Lo que me es extraño y me perturba o no tiene explicación, me atrae. De ahí, esa vinculación con lo natural y lo anómalo: ¿Cómo nace algo con vida? ¿Cuál es el impulso que hace que pasen las cosas? ¿Cómo se crean nuevos seres?
También desde un lado más consciente de lo que se atisba como problema en la naturaleza en el hoy y mañana. Señalar la postura humana con lo natural, y cuestionar las conductas hacía ella. No puedo dejar de poner en valor aquello que nos ha acogido y lo que nos aporta segundo tras segundo, día tras día.
Por otro lado, me anhela la capacidad de la pintura de ser heterogénea, de cederme una oportunidad casi infinita de poder emplearla de diferentes maneras a su vez, de malearla, de chorrearla, de arrastrarla… Un dejarse llevar por un proceso intuitivo, sin miedo a errar, donde lo orgánico acaba por brotar. Así, con una dirección de acariciar la libertad pictórica, un proceso inocuo, sin juzgar. Al fin y al cabo, tener presente que es pintura, todo puede pasar.